martes, 27 de mayo de 2008

fin de partida

Me he quedado sin Ítaca
Los caminos van, todos, al delirio…

Si algún día vuelvo a Madrid la ciudad no será la misma. La Gran Vía será otra cualquiera y Lavapiés algún otro barrio de con bares de utilería. Tal vez la ciudad ni siquiera me reconozca. Cuando se abandona un sitio en el que se ha vivido, éste nos guarda un rencor terrible y eterno. Nunca podemos volver a él, nunca. Al caminar de nuevo por las calles y plazas que alguna vez nos hicieron guiños al vernos tomados de la mano de alguien más, se siente la displicencia y el desdén que brotan del suelo y de las columnas. Como amantes heridas que sólo saludan por cortesía. Hay que irse y llevarse el corazón o dejarlo y volver por él. Cuando no podemos darnos ese lujo hay que llevarlo siempre, bajo el brazo, en la bolsa, no perderlo de vista ni entregarlo al calor de las copas.
Las ciudades no me querrán ya. Ni ésta ni ninguna otra, ni siquiera la mía. La imagino ya como un reclamo contenido, fingiendo no conocerme. Y así sucederá con Madrid. Como pasó con Marsella adonde no podré ir ya nunca ni mirarla a los ojos.
Lo mejor será no decirle nada. No despedirme y quedar así mal con todo el mundo. Tal vez sea la manera de no poder volver.

2 comentarios:

El Rock dijo...

fin de partida? mis pelotas!
a por la revancha, perla

José Garrapatas dijo...

jaque mate!!!!!!!!!!!!!!!!!