martes, 17 de junio de 2008

Impresiones bálticas



La modernidad ha terminado de llegar a aquellos rincones de Europa, al menos a las capitales. Los eslavos son grandes, guapos y fuertes como caballos, sí, sobre todo los letones (y letonas claro). Los casinos Olimpic abiertos 24 horas son un buen lugar para tomar una copa en lo que se encuentra un garito una vez cerradas las terrazas. La ludopatía es uno de los males (¿bienes? ¿normales?) de aquellas tierras y al final del día entre sueños se escucha ‘tin tin tin’ mientras aparecen tres limones en la pantalla.

En el cabo de Kolka se une el Golfo de Riga con el mar Báltico. No hay turistas ni hoteles, ni siquiera calles, sólo una carretera polvorienta que va de sur (desde Riga) hasta el pueblo o como se llame ese conjunto de casas sin plaza ni nada. Un barco abandonado en la playa, un astillero en ruinas, gaviotas y una pareja con un chaval que pasea con la claridad de las 10 de la noche. Buen sitio para beber bálsamo negro y leer las aventuras del detective Maigret.

En Siauliai (Lituania) la colina de las cruces es una chapuza para el viajero que ha perdido la fe (aquella fe), pero un buen pretexto para beber cerveza de medio litro por un euro y medio.

En Valka está la frontera entre Letonia y Estonia, gran oportunidad para hacer la tontería de cambiar de país con un solo paso. Y de vuelta… en Tartu se vive un Erasmus perpetuo y han improvisado una cancha de volley playero (o sobre arena al menos). Un museo del juguete permite a chicos y grandes hacer el gilipollas con disfraces y todo sin límite de tiempo. Yeee

En Cesis la diversión vespertina es bailar country con sombrero texano y todo y tumbarse junto al lago con una cerveza Aldaris. En Vilnius se bebe Svyturys en las terrazas junto al río entre hombres que juegan ajedrez. En Sigulda hay un centro de rehabilitación entre los castillos, o eso me pareció, no se fíen mucho. Un teleférico pasa entre ellos eso sí, y luego todo es un pueblo fantasma.

Y así el Báltico. Mucho sol, cañas, sopas de colores y ensaladas. Gente que habla bajo. Sí, discretos y grandes bebedores. Lúgubres edificios soviéticos. Oscuridad menos de cinco horas al día; calor y unos cuantos mosquitos.